VEINTITRÉS AÑOS
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Ella ya pensaba en el fondo para su retiro, en que debía pagar los impuestos y comprarse una casa para morir en ella completamente sola y olvidarse de soñar y ser feliz, porque ésas cosas son inútiles ... no existen.
Mientras tanto él caminaba perdido por la calle soñando con el fin de semana, con beber cerveza en compañía de los amigos, ir al cine o al fútbol, o quizá a una fiesta y conquistar chicas, después de todo él sólo tenía veintitrés años y había que gozar la vida aquí y ahora, porque tenía el resto de la vida para madurar.
Pero había que dejar de soñar un momento para terminar de entregar los sobres llenos de deudas que el banco regalaba al por mayor; así que tocó el timbre de la casita marcada con el número noventa y tres ...
El inquietante sonido la alarmó y ella cruzó el pequeño jardín para abrir la puerta.
En un instante sus miradas se encontraron recorriendo sus rostros deteniéndose intempestivamente en sus labios; él se acercó, y con miedo, pero sin reparos, le arrancó el alma con un beso intenso y sincero ¡que demonios! ¡después de todo el sólo tenía veintitrés años!
Ella quiso cerrar la puerta, pensó en propinarle tremenda bofetada, pero se sorprendió al notar que lo estaba abrazando con todas sus fuerzas, se aferraba a él como si fuera su propia vida y le regalaba sus labios y su lengua como si lo amara desde siempre.
Por primera vez en veintitrés años se sentía viva y nada importaba, sólo la tibieza de ésa boca, sólo su dulce aliento y nada más, ella siguió besándolo, regalándole su vida entera en un instante ¡que demonios sólo se vive una vez! ¡y tan sólo tenía veintitrés años!
Él no pensó que un día tan monótono podría regalarle tamaña sorpresa; de verdad quería gozar aquel golpe de suerte, pero no podía dejar de pensar que no quería entregar sobres por el resto de su vida, que debía tomar más en serio la escuela y conseguir un trabajo decente que le permitiera ofrecerle una vida a ésa chica tan tierna que lo abrazaba como si él fuera su salvación ... ¡demonios! ¡después de todo ya tenía veintitrés años!
Autora: Abril