EL PLAN
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Para Chris, en donde quiera que te encuentres
Algo tenía que ocurrírsele ... y pronto, porque estaba volviéndose loco, cada día era un verdadero tormen†o, y no se diga de las noches, con ese silencio aplastante seguido de la risa burlona de las manecillas del reloj que penetraban en lo más profundo de sus sueños.
Y es que el no podía comprender como una criatura tan delicada podía ser tan mortal ... porque ¡vamos! ¡había que admitirlo! ¡ella estaba matándolo! Él ya no podía pensar, ni hacer sus deberes, no podía disfrutar las pequeñas cosas que siempre le habían dado placer; algo tan simple como comer un helado de vainilla se había convertido en un suplicio ... ¡y todo era culpa de ella! él sólo pensaba en sus labios cubiertos de helado, en su boca, siempre fragante ... ¿porqué olía tan bien? ¿porqué siempre se compraba esos malditos brillos labiales que olían a frutas? ¿sus labios también sabrían igual? ¡Seguro sus labios sabían al mismísimo cielo! -¡Ay Dios mío! ¡Si tan sólo me pudieras probar tu existencia permitiendo que ella me besara! ¡Sólo un beso! ¡Uno nada más y te juro que me convierto en lo que tú quieras Dios mío!– esos eran siempre los pensamientos de Tristán, que a sus flamantes trece años se encontraba perdida, genuina y desesperadamente enamorado de su mejor amiga y vecina Any, y todo ese asunto lo tenía molesto, no podía entender como de todas las chicas en el colegio y en su calle tenía que haberse fijado en ella.
Any no era como todas las demás niñas, ella era extraña, no le gustaban las películas romanticas, nunca usaba faldas, su cabello era muy corto, era de las más inteligentes en la escuela, y, sin embargo siempre trataba de ocultarlo, no se llevaba muy bien con las niñas, y era un poco tosca ... pero era algo comprensible, después de todo se la pasaba custodiada por sus hermanos noche y día, le gustaba el fútbol y la lucha libre, pero también la poesía, era gentil con los niños más pequeños, y con los perritos callejeros ... y era muy tierna, y dulce y siempre olía a lilas y moras y era graciosa ¡y era su amiga! Uno no debería enamorarse de las amigas, ¡eso debería estar prohibido! en especial las que tienen dos hermanos mayores tan fuertes y mal encarados ... pero ¡maldición! Hasta con eso él había corrido con suerte, a sus hermanos no les importaba que el siempre estuviera metido en casa de Any, cenaba ahí todas las noches, jugaban nintendo toda la tarde, los sábados rentaban películas de terror y eso le encantaba, porque ella siempre se asustaba y lo abrazaba ¡Eso era lo mejor del mundo! ¡el podía protegerla contra los fantasmas y demonios, contra los zombies y hechiceros ... pero luego las películas se terminaban y el debía volver a su casa y ver desde su ventana la silueta de su amada hasta que las luces se apagaban, y entonces el sufría porque a unos pasos estaba ella abrazando su osito ¡que no hubiera dado por ser aquel osito de peluche!
- ¡Eres un idiota! –dijo Víctor, el hermano menor de Tristán, destrozando en mil pedazos los pensamientos de su hermano–
- ¿Qué?
- Bien que te gusta Any, no te hagas, si pareces hiena con la lengua de fuera cada que la ves.
- ¡Claro que no! ¡Además a tí que te importa!
- ¡Me importa porque no me dejas dormir, siempre hablando en sueños murmurando su nombre! ¡YA ME TIENES HARTO! ¡ERES UN IDIOTA! ¡Si tanto te gusta pues dícelo!
- Tú no entiendes, uno no puede nada más decir esas cosas así como así ... tú que sabes, tu eres un mocoso.
- Pues si no le vas a decir nada entonces por lo menos bésala, a ver si así ya dejas de babear las almohadas ... es asqueroso ... y eres patético ... y eres un idiota.
- ¡ya deja de decirme idiota si quieres vivir otro día!
- ¡IDIOTA!
- ¿cómo podría besarla? Somos amigos ... ¿qué tal si se enoja? Y me manda golpear con sus hermanos ...
- ¡pues a mi me daría un gusto!
- ¡Cállate!
- ... hmmm pues entonces bésala sin que se de cuenta ...
- ¿Y dices que yo soy el idiota? ¿como puedo besarla sin que se de cuenta?
- A escondidas ...
- ¿Qué?
- El viernes, en la escuela, a la hora de salir, siempre se pone a jugar escondidas con los niños de kinder ¿cierto?
- ... si ... –quizá valía la pena escuchar lo que su hermano menor tenía que decir ¡después de todo estaba desesperado!– ¿y qué?
- pues fíjate en donde se esconde ella y sorpréndela, bésala en la oscuridad, pero rápido, para que no sepa que le pasó y si pregunta, pues le dices que tu no viste nada.
- ¡EL IDIOTA ERES TU VICTOR! ¡duérmete ya! –eso es lo que Tristán sacaba por tener un ápice de fe en su hermanito, ¡que montón de tonterías! ... ¿o no?–
Quizás el plan de su hermano era descabellado, pero al pasar los días ya no lo parecía tanto, Tristán lo estuvo pensando, visualizaba, hizo un esquema, escribió en una servilleta su plan, y decidió que lo haría ¡demonios! ¡sólo se vive una vez! ¡y si los hermanos de Any iban a matarlo era mejor que lo hicieran con justa razón, así que el viernes a la hora de salir, se fijó que ella estuviera con los niños, como de costumbre era ella quien tenía que buscar ... cielos ¡sí que se veía linda con el uniforme desarreglado y su cabellera revuelta! ¡concéntrate Tristán! –se reprendía el muchacho– se tronó los nudillos, tomó un sorbo de agua, respiró profundo y se escabulló para seguirla; Any por fin se metió en uno de los salones vacíos para buscar a los pequeños y entonces ... él apagó la luz y más rápido que una bala la tomó por la cintura, arrinconándola contra la pared y le plantó tremendo beso en los labios para luego salir corriendo como relámpago hacia el patio.
Any estaba sorprendida, no sabía bien lo que había ocurrido ... o si había ocurrido lo que ella creía, todo había pasado tan rápido ... ¿acaso había sido besada? ¿y por quién? ¿la habría besado un fantasma? ¿acaso se lo imaginó? (a veces sus sueños eran tan reales)
Nuestra chica encendió la luz del salón, se tocó el rostro, se acomodó el suéter que traía atado a la cintura, y se inclinó para subir sus medias, fue entonces cuando lo vió, un pedazo de servilleta en el que estaba dibujado a detalle un plano con un dibujito muy simpático que decía Any y otro que simplemente decía “yo”. Ella no necesitaba preguntar quien lo había hecho, conocía bien aquella letra.
Así que se dirigió al patio, se sentó junto a su amigo y luego de un rato por fin dijo :
- ¡eres un idiota!
- ¿qué? ¿por qué?
- ¡porque así no imaginé mi primer beso! –dijo la chica con el tono más severo que pudo emitir mientras le arrojaba al rostro la servilleta- ¡así no imaginé nuestro primer beso!
- ¿nuestro? -¿acaso ella había dicho “nuestro”?– yo ... yo ... ... lo siento ... yo ... –entonces Any se acercó a su mejor amigo y lo besó, tan tierna, tan intensa y apasionadamente como se lo permitían sus relucientes trece años.
- ¡fue mejor de lo que yo jamás hubiera podido imaginar! –dijo ella con una pícara sonrisa en los labios mientras se dirigía a casa–.
Autora: Abril
Autora: Abril